Rancho Santa Anita

 
 

Chihuahua, mi primera vez en ese estado. Siendo de Sonora según yo me lo podía imaginar, me equivoqué y eso que estábamos en casi la esquina entre Nuevo México, Sonora y Chihuahua.  

Este viaje era de negocios, pero se convirtió rápidamente en placer, uniendose Emiliano, Nadia, Gracia, Eliazid y mi lovcito Fabiola, el Sukiteam.

Rancho Santa Anita es conocido por su buen ganado angus, labor de generaciones de la familia Gabilondo. Actualmente es el segundo rancho más grande de Chihuahua y recuerden que Chihuahua es el estado más grande de México, así que muuuy grande.

Volvamos al viaje, salimos del aeropuerto del Bajío directo a Cd. Juarez, ya se que piensan que miedo, pero he apendido que la gente le tiene “miedo” a las cosas que les conviene tener miedo. Una suburban nos estaba esperando, era negra, polarizada y blindada, eeee es broma. Tomamos camino a Janos y de ahí un poco de terracería al rancho.

Juan Gabilondo, quien me contactó y su familia, nos recibieron con una de las mejores maneras que puedo pensar; con queso menonita y vino de casa (si, ahora Chihuahua se esta lanzando al estrellato con vinícolas). Mi visita llevaba propósito, conocer el rancho y dar mi opinion (asesoría) en los servicios que se pueden desarrollar respecto al turismo ecuestre y ecoturismo.  

Cuando llegamos nos acomodaron en la casa principal, entrando me enamore de su piso de piedra y chiminea en la sala, la casa se calentaba con leña, cada habitación con su chimenea. Recuerden que es Enero, pero el calor de la lumbre es lo mejor.

En la mañana Emiliano propuso ir por productos de los memonitas para el desayuno. Conocimos, turisteamos y hasta compramos unos guantes de piel de cabra, Emiliano escogió unos de piel de chapulín.

Ya casi medio día (si, si turisteamos y desayunamos de más) pero ya listos para la cabalgata, ahí todo es tan extenso que lo que hicieron por que pues fresa mi Sukiteam, fue llevar los caballos en remolque hasta el punto chuky y a nosotros en carro (no se crean lo de fresa, fue por falta de tiempo, bromis). 

Como tip, recuerden que una cabalgata despues de las 2 horas la mayoría de los jinetes (aun que digan que “montan”) se van derritiendo y acaban montando como si los hubieran dado de martillasos tod@s apachurrad@s. ¿Si o sí? que risa, pero cierto.

Nuestros guias eran l@s hij@s de Juan, Fer, Nat y Papo. A darle entre los potreros, praderas, barranquitas, arroyos y presas, ni les digo lo hermoso que se veía todo, si así están las fotos, imagínate el lugar en vivo y directo, con tan buena compañía (que es lo más importante) y la cereza del pastel: mezcal y tequila pal’ frío.

A l@s tres hij@s les gusta el rancho, Papo se ve comprometido con el ganado, pero admiré a su papá Juan que buscó y quiere tener diferentes fuentes de ingresos para involucrar a sus dos hijas, ofrecer experiencias no solo alrededor del caballo, si no también cualquier otro proyecto que se pueda desarrollar ahí mismo y sea atractivo para sus hijas. Esto se llama evolucionar y lo aplaudo; mantener las tradiciones en los tiempos actuales.

Llegamos como perr@s de la calle al rancho después de la cabalgata, como desayunamos tarde no comimos y ya estaba anocheciendo, imaginen el hambre, pero de volada Emiliano sacando la chamba, cuando cocina todo parece fácil y rápido. Uno se tarda media hora para hacer una quesadilla y a veces ni doradita queda.

Culminó el viaje en esta cena increíble (imágenes disponibles), literal cantando y bailando como si al día siguiente no supieran que tod@s iban a amanecer adolorid@s.

Estoy emocionada por ver en práctica algunas de las tantas opciones de cosas que se pueden hacer en el rancho. Un rancho reconocido por su ganado, pero que tambien tiene todo para ofrecer experiencias divertidas, intersantes y genuinas. Su página web esta en proceso, pero ya los pueden seguir en su Instagram Rancho Santa Anita, ahí les pueden escribir, lo bueno que Fer (hija de Juan) estará contestándoles y manteniendol@s al tanto.

Gracias a la familia Gabilondo por su hospitalidad, gracias a mis amiguis que me quisieron acompañar con ojos cerrados y sobre todo gracias a mi lovcito que siempre es la primera en apuntarse para ver las Sukiaventuras y hacer de mi chamba y viajes todavía mejor de lo que ya son.

Esta historia de Rancho Santa Anita continuará.

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