El caballo terapeuta

Empiezo con la frase de Winston S. Churchill “Hay algo en el exterior de un caballo que es bueno para el interior de un hombre".

Actualmente vemos viralizarse videos de caballos visitando a pacientes en hospitales, autistas hablando por primera vez montando a caballo, películas donde los caballos rehabilitan a presos o a jóvenes con problemas de actitud, centros de equino terapia por todos lados y el boom de las famosas constelaciones con caballos.

Aun que las terapias con caballos en la actualidad se popularicen cada vez más, la práctica de la equitación con fines terapéuticos está lejos de ser algo nuevo.

Esa historia comienza aproximadamente desde el año 500 a.C. en Grecia con Hipócrates, que era médico y escribió sobre el potencial terapéutico de la equitación para los pacientes. 

En el siglo XIX, los médicos alemanes prescribieron la equitación para reducir los ataques de histeria e hipocondría. Pronto se estableció una ideología europea donde el montar a caballo era parte de programas para reducir problemas físicos y mejorar el bienestar mental.

A fines de la década de los sesentas, se formó la Asociación Norteamericana de Equitación para Discapacitados, que más tarde se convirtió en la Asociación Profesional de Equitación Terapéutica (PATH) Internacional. 

El caballo ha sido un gran terapeuta o asistente del terapeuta. ¿Pero cuál es la magia del caballo? No es necesario ser un genio para comprender la relación que hay entre  montar y su efecto en nuestros músculos y articulaciones. Sin embargo resulta más difícil explicar cómo es que la equitación ha demostrado de ser gran ayuda en casos de  depresión, ansiedad, traumas, trastornos, autoestima, empatía, adicciones y una lista de trastornos que sigue y sigue.

Los investigadores del Centro Equino “Temple Grandini” de la Universidad Estatal de Colorado esperan cambiar eso, “Nuestro principal objetivo es avanzar en el rigor científico en cuanto a la evidencia anecdótica”, dice Caitlin Peters PhD, investigadora principal del centro donde investigan datos científicos que respalden los beneficios el caballo en un nivel psicológico.

Mientras otras instituciones como la asociación en el Reino Unido “Riding for the Disabled Association” (RDA) comparten sus resultados y comunican que de los participantes al montar a caballo como terapia, 68% mejoran la comunicación,  76% experimenta más disfrute, 77% muestra una mayor confianza, 76% experimenta una mejoría física y el 82% mejora su capacidad para construir relaciones. Siendo estos participantes niños y jóvenes con distintas discapacidades físicas y de comportamiento.

Ahora les explicaré de manera sencilla (ya que esto es mucho más complejo), sobre tres “efectos psicológicos” que observo muy seguido en los binomios caballo/humano.

El efecto espejo es cuando reflejamos nuestras emociones en el caballo; siendo la manera menos agresiva de poder autoidentificar nuestros propios errores. El caballo es un animal que imita y reacciona a nuestras emociones, de esta manera cualquier arrebato emocional que tengamos, el va a concientizarnos, sin la necesidad de que alguien nos diga “es que eres enojón” o “te desesperas fácilmente”, etc.

Otro efecto, es su influencia en la reducción del famoso “yo-yo” tan común en estos tiempos. Como humanos pasamos la mayor parte de nuestra vida enfocados en nosotros mismos y esto puede llevarnos a lugares mentales no sanos. Interactuar con el caballo, cuidarlo, aprender a guiarlo y dedicarle tiempo, cambia nuestro enfoque y ayuda a reducir ese ego que a veces crece de más. 

Para terminar, el tercer efecto es el aumento de confianza que logramos, pues al montar a caballo construimos una relación de confianza con un ser sin malicia, que no nos va a manipular ni  va a abusar de nosotros de alguna manera, aunque ese ser no sea humano, nos sana y nos brinda una paz increíble, Esto se vive al convivir mucho con un mismo caballo o cuando se tiene el propio. Este efecto es relevante pues vivimos en un mundo en el que prevalece la desconfianza.

Los invito a vivir estas experiencias o a leer más al respecto. Hay resultados increíbles de investigaciones científicas y también historias reales que nos hacen llorar, así como historias basadas en la realidad, ejemplo de la película “The Horse Whisper” donde Robert Reford como actor principal ayuda a un caballo y a una jovencita a superar sus traumas juntos.

 
 
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